Actualidad del N.G.S.M.

Vivimos en una era de extremos —de extrema riqueza y extrema pobreza; de extrema ignorancia y extrema erudición; de extremo descontento y la extrema satisfacción de ambiciones personales; de extremo egoísmo y extremo auto-sacrificio. En todos lados puede verse el naufragio de las instituciones del pasado, con el consiguiente caos y desastre, desesperación y sufrimiento. Al mismo tiempo tenemos el fuerte griterío y el trabajo activo de ciertos idealistas, quienes se aprovechan de la oportunidad presentada para llevar a las masas y a las naciones a ciertas actividades en las esferas de gobierno y religión. Sus medidas parecen correctas y buenas a los líderes auto-impuestos, pero son a menudo, en el último análisis, sólo ideales mal interpretados, surgidos de una idea vagamente presentida, y por lo general se los hace cumplir injustamente y se los aplica erróneamente. Entre estos extremos las masas oscilan —inertes, indefensas, irreflexivas, fácilmente influenciadas, regimentadas y estandarizadas.

En todo país en el mundo hoy día, se encuentran hombres de buena voluntad y de verdadera comprensión. Se conoce a muchos miles de ellos. Sin embargo están embargados por el temor o por un sentimiento de futilidad, y por la conciencialización de que el trabajo a realizar es tan estupendo que sus pequeños esfuerzos aislados son totalmente inútiles para derribar las barreras de odio y separación que se hallan en todas partes. Se dan cuenta de que aparentemente no hay ninguna difusión sistemática de los principios que parecen contener la solución del problema mundial; no conciben la fuerza numérica de quienes puedan estar pensando como ellos lo hacen, y en consecuencia se vuelven impotentes por su soledad, su falta de unidad y el peso muerto de la inercia que los circunda. El pensador poderoso o el demagogo ambicioso, y el hombre con un verdadero amor a su país (pero con sus propias ideas elegidas en cuanto a la correcta solución del problema de ese país), hoy están valiéndose de la inercia general y de la crisis y depresión mundial para imponer (si es necesario, por la fuerza) esos sistemas de gobiernos y de control que materializarán sus interpretaciones del ideal. Las masas los tienen que aceptar, y debido a que normalmente toman la línea de menor resistencia sin pensar, son fácilmente reglamentadas para cumplir.

El argumento de los líderes es que las masas no tienen visión de largo plazo, y no saben, ni pueden saber, lo que es bueno para ellas. Esto es indudablemente cierto. Por lo tanto, debe decírseles qué hacer y ser conducidas ciegamente o por la fuerza, a ese estado y forma de civilización que los líderes y sus asociados creen (a menudo bastante sinceramente) que es el mejor. En el proceso, los que no están de acuerdo o los que están pensando por sí mismos deben necesariamente ir al paredón y ser silenciados, por el bien del todo. Tal es la situación general, con ciertas diferencias nacionales de poca importancia a la luz del problema básico. El bienestar de la vida nacional puede que sea presentido y deseado, pero la integración de esa vida nacional al todo mayor de la humanidad —de esto los líderes parecen, hasta ahora, tener sólo poca visión.

Ataque por un partido sobre otro partido en la vida pública, nacional o política, o ataque de un grupo de pensadores (abogando por sus ideas peculiares) sobre otro grupo de pensadores con ideas que difieren, ha sido la costumbre por mucho tiempo. En este proceso el más poderoso oblitera al más débil, y las masas son explotadas y se les dice qué hacer y pensar, con ningún esfuerzo real por llevarlas a una condición de correcta comprensión. Lo mismo sucede en el campo religioso, pero las diferencias religiosas de la raza son de tan larga data que no es necesario enumerarlas aquí. Militaristas y pacifistas en sus muchos grupos, comunistas y conservadores, socialistas y nazis, republicanos y fascistas, demócratas y progresistas, trabajo y capital, católicos y protestantes, agnósticos y fanáticos, políticos e idealistas, criminales y los encargados de hacer cumplir la ley malinterpretada, masas ignorantes y los pocos inteligentes, a más de las distinciones de clase, las diferencias raciales y los feudos religiosos en ambos hemisferios, han reducido el mundo a turbulencia y completa desunión y debilidad.

Fuera de esta condición, ¿cómo debe restablecerse el orden? ¿Cómo puede estabilizarse la situación económica y llevarse al mundo a una condición donde haya una justa y correcta cantidad suficiente para todos? ¿Cómo pueden subsanarse diferencias nacionales y terminarse odios raciales? ¿Cómo pueden los muchos grupos religiosos continuar su trabajo de conducir a los hombres a una expresión de su divinidad en líneas de herencia individual, y sin embargo al mismo tiempo existir en armonía y presentar al mundo un frente unido? ¿Cómo se puede poner fin a guerras y ocasionar paz en la tierra? ¿Cómo puede establecerse una verdadera prosperidad, que será el resultado de unidad, paz y plenitud?

De una manera solamente: Por la acción unida de los hombres y mujeres de buena voluntad y comprensión en cada país y en cada nación. Constante y tranquilamente, sin prisa alguna, deben hacer tres cosas:

Primero, descubrirse unos a otros y estar en contacto entre sí. Así el sentido de debilidad y de futilidad será contrarrestado. Este es el primer deber y tarea del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo.

En segundo lugar, deben clarificar y elucidar esos principios básicos de correcto vivir, buena voluntad y armonía, los cuales son reconocidos, pero no aplicados, por todas las personas que piensan correctamente hoy día. Estos principios deben ser formulados en los términos más simples y practicados en acción.

En tercer lugar, el gran público debe ser educado en estos principios. Constante, regular y sistemáticamente se les debe enseñar los principios de hermandad, de un internacionalismo basado en buena voluntad y amor a todos los hombres, de unidad religiosa y de interdependencia cooperativa. Al individuo en toda nación y grupo se le debe enseñar a jugar su importante papel con buena voluntad y comprensión; el grupo debe hacerse cargo de su responsabilidad para con otros grupos, y la responsabilidad de nación con nación y de todas las naciones para con el mundo de naciones debe ser explicada y enfatizada.

Este no es un programa vano o místico, impracticable. No socava ni ataca a ninguna autoridad o gobierno. No está interesado en derrocar gobernantes ni hacer caer a partido político o nacional cualquiera. Demanda esfuerzo inteligente y práctico. Demandará la cooperación de muchos tipos de mente y muchos ejecutivos entrenados. Los hombres de buena voluntad en todo país deben ser descubiertos, y todos quienes respondan a estos ideales deben ser reunidos a través de listas de correo. Su cooperación debe ser buscada y sistematizada. Este programa, finalmente, demandará la ayuda de muchos conferenciantes y escritores, quienes trabajarán en las mismas líneas idealistas pero con métodos que difieren. Por su conocimiento de su propio país, y de la mejor manera de presentar a sus connacionales estas verdades básicas, debe dejárselos libres para trabajar como mejor les parezca para su nación en particular. Ellos, y todos los hombres y mujeres de buena voluntad, constituyen el Nuevo Grupo de Servidores del Mundo.

Compilado “El Nuevo Grupo de Servidores del Mundo”; de los libros azules, los libros de Alice Bailey.