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Reseña:
La medicina está entrando lentamente en una nueva utilidad. Una vez que la causa de la enfermedad sea trasladada de un órgano o sistema corpóreo a un reino más vital y sutil, veremos cambios radicales y necesarios que conducirán a una simplificación y no a una mayor complejidad y dificultad.
Los males basados en la crítica, en el odio y en la capacidad de juzgarse uno a otro (por lo general cruelmente) operan a través del centro laríngeo y desde este al plexo solar. Esta interrelación existente entre los centros nunca ha sido debidamente considerada. Los centros en el cuerpo etérico se pasan variables tipos de energías entre ellos, y una gran parte de la energía trasmitida de un centro a otro es indeseable, fluyendo desde los centros situados abajo del diafragma a los de arriba.
El cuerpo físico (etérico y denso) puede ser representado como una casa con dos instalaciones telefónicas —una trayendo energías desde afuera de la casa y la otra similar a un teléfono interno de una habitación a otra. La analogía es mucho más exacta de lo que parece al pensador casual. En toda casa moderna se instala luz, agua, gas y teléfono. Luz, el símbolo del alma; agua, el símbolo de las emociones; intercambio telefónico, el símbolo de la mente con su intercomunicación de conocimientos; y gas, el símbolo de la naturaleza etérica.
Es interesante y entristecedor observar que lo que en la actualidad sale de la casa término medio son los residuos, lo indeseable —esto es la correspondencia de aquello que es egoísta y lamentable, y la demanda de satisfacción de las necesidades y deseos personales.
Por lo tanto, puede verse por qué tan enfáticamente imprimí sobre todos ustedes la necesidad de inofensividad, pues es el método científico, por excelencia y esotéricamente hablando, de limpiar la casa y purificar los centros. Su práctica despeja los canales obstruidos y permite la entrada de las energías superiores.
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Las causas emocionales de la enfermedad y las actitudes mentales que producen malestar físico son las que más prevalecen en este momento particular. Cuando se persiste en ellas por largo tiempo y son llevadas vida tras vida, causan los aspectos más violentos de las condiciones mencionadas, y de ello pueden surgir serias y destructivas enfermedades que requieran, por ejemplo, la extracción de la vesícula biliar o esas operaciones incidentales a la aparición de úlceras gástricas crónicas. Otras enfermedades provienen de una constante satisfacción de la naturaleza de deseo, aunque las enfermedades sexuales se clasifican en otra categoría. Por lo antedicho puede verse cuán deseable es que el verdadero curador combine en sí mismo no sólo cierta medida de conocimiento esotérico sino también — hasta que sea un iniciado— algo de sicología, algo del trabajo de un curador magnético y que también sea un médico o cirujano entrenado.
Mucho de la curación que ahora se realiza es más que inútil, porque se carece de las tres condiciones mencionadas. La mayoría de los médicos, especialmente aquellos denominados clínicos, son buenos sicólogos y poseen también un sólido conocimiento de los síntomas, de la anatomía y de las medidas curativas, algo de lo que usualmente carece el curador metafísico medio. Pero ignoran totalmente un gran campo de conocimiento —el que concierne a las energías que se enfrentan y luchan dentro de la estructura humana y las potencias que pueden ser puestas en movimiento si ciertas verdades esotéricas son admitidas en su lugar. Hasta que no trabajen con el cuerpo etérico y estudien la ciencia de los centros, no podrán progresar mucho.
El curador esotérico sabe mucho acerca de las fuerzas y energías internas y tiene alguna comprensión de las causas básicas de las enfermedades exotéricas, pero es deplorable su ignorancia acerca del mecanismo del hombre, y no llega a percatarse de dos cosas:
Primero, que la enfermedad es a veces la aparición en manifestación de ciertas condiciones subjetivas indeseables. Cuando éstas se exteriorizan y son traídas a la superficie del cuerpo humano, pueden entonces ser conocidas, tratadas y eliminadas. Es bueno recordar también que esta aparición y eliminación puede también producir la muerte de ese cuerpo particular. Pero el alma sigue adelante. Una vida breve cuenta poco en el extenso ciclo del alma, y se considera bien valioso si un período de mala salud (aun si desemboca en la muerte) produce la eliminación de erróneas condiciones emocionales y mentales.
Segundo, la enfermedad es a veces incidental y parte del proceso de retiro del alma de su morada. A esto llamamos muerte, y puede venir rápida e inesperadamente cuando el alma se retira súbitamente de su cuerpo. O la muerte puede extenderse durante un largo período y el alma demorar varios meses o años para su lento y gradual desprendimiento del cuerpo, el cual agoniza lentamente todo el tiempo.
Entre los curadores aún no hay suficiente conocimiento que les permita tratar con sabiduría estas cuestiones.
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Por lo tanto podríamos concluir que:
- La enfermedad es un proceso purificador llevado a cabo para producir una expresión, un aroma vital, una influencia y una utilidad egoica más puros. Cuando esto sucede, es posible una cura.
- La enfermedad puede ser un lento y gradual proceso de morir y de liberar así al Entonces no es posible una cura, aunque se requieren medidas paliativas y aliviadoras y ciertamente deberían ser utilizadas. La duración de la vida puede prolongarse, pero es imposible una cura permanente y definitiva. Esto no lo comprende el curador mental común. Hacen de la muerte un horror, mientras que la muerte es un amigo benéfico.
- La enfermedad puede ser el repentino y final llamado para que el cuerpo renuncie al alma y la libere para otro servicio.
En todos estos casos debe hacerse todo lo posible desde el punto de vista de la moderna ciencia médica y quirúrgica y de sus ciencias afines, tan numerosas hoy. También puede realizarse mucho desde el ángulo de la curación mental y espiritual, con la ayuda de la ciencia de la sicología. Algún día debe llegar la cooperación de estos diversos campos y una sintetización de sus esfuerzos.
Extraído de: Un Tratado sobre los Siete Rayos – Tomo IV “Curación Esotérica”, Alice A. Bailey.
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Producido por: Reflexión sobre los Libros Azules
Fecha de publicación: 04-09-2022