Causas que se Presentan en el Cuerpo Mental (Continuación)

Hay ciertas enfermedades que aparecen en el mecanismo físico y que están definidamente arraigadas en el hecho de que…

…actividad (la cual es el resultado de pensar específicamente) ha sido coloreada y condicionada por la vida emocional del individuo, y la vida emocional es una fuente fructífera de enfermedad y de establecer ritmos erróneos.

Por lo tanto, el predominio de la fuerza astral, y no de la energía mental, es lo que realmente causa el problema físico.

Aquí no estoy refiriéndome a las enfermedades del sistema nervioso y del cerebro, que son el resultado de estimulación excesiva y del impacto de energía (a menudo desde la mente y el alma) sobre un instrumento inadecuado para manejarla. Consideraremos esto más adelante. Me refiero simplemente a la siguiente secuencia de eventos en la vida sicológica y las consecuentes actividades resultantes:

Enfermedad es una forma de actividad.

1. Actividad y energía mental produce (mediante el poder del pensamiento) cierto registro de planes, idealismos y ambiciones.

2. Esta energía, mezclada con energía astral, deviene dominada y controlada por reacciones astrales de una clase indeseable, tales como ensañarse con no haber realizado, fracaso en materializar los planes, etc. La vida en consecuencia deviene amargada.

3. Enfermedad entonces aparece en el cuerpo físico, de acuerdo a las tendencias predisponentes del cuerpo y sus debilidades inherentes, heredadas.

Observarán que, en realidad, el cuerpo mental y el poder del pensamiento en ningún caso han sido la causa del problema. Ha sido causado por la obliteración del pensamiento original y su reducción al nivel del emocionalismo. Cuando esta reducción y final control por las fuerzas astrales no tiene lugar, y el pensamiento permanece claro e intacto en el plano mental, puede haber problemas de otra índole, debido a un fracaso en “llevar a cabo” el pensamiento en acción efectiva sobre el plano físico. Este fracaso produce no sólo el desdoblamiento de la personalidad tan bien conocido por el sicólogo activo, sino también el cercenamiento de una corriente de energía muy necesaria. Como consecuencia, el cuerpo físico se desvitaliza y sobreviene mala salud.

Cuando el pensamiento puede ser llevado a cabo hasta el cerebro físico y se convierte allí en un agente directriz de la fuerza de vida, tendrán generalmente una condición de buena salud, y esto se ha comprobado ya sea que el pensamiento individual haya sido bueno o malo, correctamente motivado o erróneamente orientado. Es simplemente el efecto de la integración, porque santos y pecadores, el egoísta y el altruista y todo tipo de personas, pueden lograr integración y una vida dirigida-por-el-pensamiento.

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Podría decirse, generalizando, que un individuo y un grupo pueden curar y que el pensamiento puede desempeñar una parte poderosa en el proceso de curación, pero no pensamiento solo y sin ayuda.

Pensamiento puede ser la agencia directriz de fuerzas y energías que desintegran y disipan la enfermedad, pero el proceso debe ser ayudado por el poder de visualizar, por una habilidad para trabajar con fuerzas particulares según se estime aconsejable, por una comprensión de los rayos y sus tipos de energía y también por una capacidad de manejar sustancia luz, como se la denomina. A estos poderes debe agregarse la capacidad de estar en rapport con quien se ha de curar, además de un corazón amoroso.

La curación se realiza, cuando es posible, por el uso de energía correctamente dirigida y por visualización detallada; amor también desempeña un gran papel, como la mente en la primera etapa. Quizás debiera decir que, de todas las energías empleadas, un corazón amoroso es una de las más potentes.

…quisiera que estos problemas estén claros en sus mentes antes de comenzar cualquier trabajo grupal de curación.

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El pensamiento ni cura ni causa enfermedad. El pensamiento debe ser empleado en los procesos, pero no es el único agente ni el más importante. En esto, muchos grupos y curadores se desorientan. La mente puede dirigir energía y esta energía puede, a su vez, producir excesiva estimulación del cerebro y de las células del cuerpo, y así causar problemas nerviosos y a veces enfermedad cerebral, pero la mente misma y el pensar, de por sí, no pueden causar enfermedad y problemas en el cuerpo físico.

A medida que la raza aprenda a pensar clara y definidamente y a medida que las leyes de pensamiento comiencen a controlar la conciencia racial, a la enfermedad —como la conocemos ahora— se la disminuirá grandemente y cada vez más personas lograrán integración. Donde hay integración hay libre juego de fuerza y de energía por todo el cuerpo material. Los problemas de estimulación pueden, por lo tanto, aumentar constantemente con la creciente sensitividad del hombre físico y el enfoque de su conciencia —en progresivo desarrollo— en la naturaleza mental.

Esto continuará hasta que el hombre aprenda cómo manejar las energías superiores y reconocer la necesidad de una vida rítmica, prestando atención a la Ley de Periodicidad.

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Regla Cuatro

El curador y el grupo de curación deben mantener sujeta la voluntad.

No debe emplearse la voluntad, sino el amor.

Esta última regla es de gran importancia. Jamás debería utilizarse la voluntad concentrada de cualquier individuo ni la voluntad dirigida de un grupo unido. El libre albedrío del individuo nunca debe ser sometido al impacto de la voluntad de un grupo o individuo, poderosamente enfocado, pues este procedimiento es demasiado peligroso para ser permitido. La energía de la voluntad (particularmente de un número de personas, actuando simultáneamente sobre los cuerpos sutiles y físico del que debe ser curado) puede acrecentar grandemente el malestar en vez de curarlo, estimular la enfermedad hasta llegar a proporciones peligrosas y desintegrar las fuerzas curativas de la naturaleza en lugar de colaborar con ellas… En consecuencia les pediré que en cualquier trabajo grupal de curación, mantengan la voluntad (e incluso vivo deseo) en suspenso.

Extraído de: Un Tratado sobre los Siete Rayos – Tomo IV “Curación Esotérica”, Alice A. Bailey.