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Como romper con su adicción a una persona: ¿Por qué nos convertimos en prisioneros del amor?

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Como romper con su adicción a una persona: ¿Por qué nos convertimos en prisioneros del amor?

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Reseña:


Capitulo 1 ¿PRISIONERO DEL AMOR?
«ALGO SE APODERA DE MI»
Eileen tiene veintiocho años y es una atractiva editora con talento en una revista femenina. Vino a consultarme para realizar una psicoterapia porque su médico le había dicho que sus alergias en la piel y su dificultad para dormir tenían un origen emocional. Durante los dos últimos años había estado saliendo con Peter, un dinámico arquitecto de éxito y fue durante esta etapa cuando se desarrollaron los síntomas. Era fácil ver por qué. En el mejor de los casos, Peter la trataba mal. Con frecuencia, era cruel. Y Eileen soportaba este trato. Si tenían una cita, a veces, no aparecía. Quizás le llamaba sobre las dos de la madrugada para darle una excusa tonta y decirle «que cogiera un taxi y fuera a su casa». Y ella salía de la cama, se vestía y tomaba un taxi hacia su apartamento.
En una sesión, Eileen apareció radiante porque Peter, extrañamente, le había pedido que fueran juntos a pasar el fin de semana a la costa. Pero, en la sesión siguiente, Eileen apareció deprimida y amargada. Mientras se dirigían a lo que ella creía que iban a ser unas románticas vacaciones, Peter le dijo que iba a asistir a una conferencia de negocios y que estaría sola la mayor parte del tiempo. Se puso furiosa, le chilló y lloró, pero, igual que las otras veces, él la acusó de ser demasiado exigente. Cuando volvieron del fin de semana, ella le dijo que no podía soportarlo más y que no quería verlo más. Él se encogió de hombros y se marchó.
En menos de una semana, tras cinco días de agonía, sin dormir, desesperada y con la cara llena de manchas, se encontró marcando su número de teléfono, deseosa de volver en las condiciones más humillantes. «Es como si algo se apoderara de mí», sollozaba.
¿Qué es lo que se apodera de ella? ¿Por qué esta mujer competente y racional se involucra con tanta intensidad con un hombre que la está rechazando y que le causa dolor constantemente? ¿Por qué, cuando intenta acabar con esta relación, experimenta un tormento incluso más intenso?
I.—
ADICCIÓN A UNA PERSONA
Si se analiza con detalle, el cariño de Eileen por Peter tiene todos los rasgos de una adicción. No estoy utilizando el término «adicción» simbólica o metafóricamente. No solamente es posible, sino que, además, es extremadamente corriente que una de las personas de una relación sentimental se haga adictiva a la otra persona. Stanton Peele, en su libro Amor y Adiccion, reconoció la naturaleza adictiva de algunas relaciones amorosas. Repasando algunos estudios de adicción a las drogas, llegó a una conclusión común: que el elemento adictivo no está tanto en la sustancia (como el alcohol, el tabaco o un narcótico) sino en la persona que sufre la adicción. En las relaciones amorosas, este elemento adictivo toma la forma de una necesidad compulsiva de conectar y de mantenerse en conexión con una persona en especial. Pero, ¿acaso se trata siempre de una necesidad adictiva? ¿Por qué lo llamamos adicción? ¿Por qué no lo llamamos amor, preferencia o sentido del compromiso?
A menudo, hay mucho amor y compromiso en una relación adictiva. Pero, para amar y comprometerse de verdad, uno debe escoger libremente a la otra persona y uno de los síntomas de una adicción es que es un instinto compulsivo que, por definición, supone que esta libertad se ve limitada. El adicto al alcohol o a las drogas se ve conducido hacia la sustancia adictiva, aunque sepa que es mala para él. Y, cuando hay un fuerte elemento adictivo en una relación, el sentimiento es de «Tengo que conseguir a esta persona, tengo que mantenerme unida a ella, aunque la relación sea mala para mí».
Así que el primer indicio de que estamos implicados en una adicción es su calidad compulsiva. El segundo es el pánico que uno siente ante la posible ausencia de la sustancia.
M.—
Los alcohólicos, a menudo, sienten pánico cuando no están seguros de cuándo podrán volver a beber. Los adictos a las drogas experimentan este miedo cuando se está acabando su provisión de drogas. A los adictos a la nicotina les puede costar mucho estar en un sitio donde no esté permitido fumar. Y las personas que están en una relación adictiva pueden experimentar un pánico desbordante con el solo pensamiento de que se rompa la relación. A veces, he oído hablar de personas que se sientan ante el teléfono y empiezan a marcar el número de su compañero de una relación sentimental insatisfactoria, con la determinación de decirle que han terminado, pero se eleva tanto su nivel de ansiedad que tienen que colgar.
El tercer indicio de una adicción es el síndrome de abstinencia. A pesar de lo malo que es el pánico a contemplar o dirigirse hacia una posible ruptura, éste no se puede comparar con la desesperación cuando la ruptura se produce realmente. Una persona que acaba de terminar una relación adictiva puede sufrir una agonía mayor que los adictos a las drogas, los fumadores y los alcohólicos puedan sufrir cuando tienen el mono y, en muchas formas, la reacción es similar. Con frecuencia, por ejemplo, hay dolor físico (el pecho, el estómago y el abdomen son especialmente reactivos), lloros, desarreglos en el sueño (hay personas que no pueden dormir y otros que duermen demasiado), irritabilidad, depresión y el sentimiento de que no hay ningún sitio adonde ir y que no hay ninguna forma de terminar con la sensación desagradable excepto volviendo a la antigua sustancia (persona). El deseo puede hacerse tan intenso que, a menudo, derrota las mejores intenciones del sufridor y le conduce de nuevo al origen de su adicción.
I.—
El cuarto indicio de una adicción es que, después de un período de luto, normalmente hay un sentimiento de liberación, triunfo y logro. Esto se diferencia del lento y triste proceso de aceptación y curación que sigue a una pérdida no adictiva.
Debajo de estas reacciones, la similitud esencial entre los adictos, ya sea su adicción a una sustancia o a una persona, es un sentimiento de estar incompleto, de vacío, desesperación, tristeza y de sentirse perdido, que la persona cree que sólo puede remediar a través de su conexión con algo o alguien fuera de sí mismo. Dicho algo o alguien se convierte en el centro de su existencia y la persona está dispuesta a hacerse mucho daño para mantener su conexión con ella intacta.
Si volvemos a referirnos al lazo que ata a Eileen con Peter, veremos muchos de los indicios de la adicción. Ella se siente impulsada a estar en contacto con él, siente pánico cuando piensa en terminar y tiene un intenso y agonizante síndrome de abstinencia, que incluye molestias físicas de las que sólo encuentra alivio inmediato restableciendo la conexión con él. Y, a pesar de sus éxitos considerables y de sus muchas atractivas cualidades, tiene serias dudas sobre si es en ella misma una persona completa, competente y digna de ser amada si pierde el contacto con Peter.
M.—
¿SUFRE USTED DE ADICCIÓN?
Probablemente, hay un elemento adictivo en todas las relaciones sentimentales, y esto, en sí mismo, no tiene por qué ser malo. De hecho, puede añadir fuerza y placer a la relación. Después de todo, ¿quién es tan completo, tan autocontrolado, tan «sano» y “maduro” que no necesite sentirse bien a través de un estrecho lazo con alguien? En realidad, un indicio de una buena relación es que nos pone en contacto con lo mejor de nosotros mismos. Lo que convierte determinada relación en una adicción es cuando estos pequeños «Te necesito» adictivos se extienden para convertirse en la fuerza que controla su lazo afectivo. Esto provoca una compulsión interior que le priva de varias libertades esenciales: la libertad de sacar su mejor yo en la relación, la libertad de amar a la otra persona mediante la elección y el compromiso afectivo antes que verse empujado por su propia dependencia y la libertad de escoger permanecer con la otra persona o dejarla.
Si se siente profundamente infeliz en una relación amorosa y, sin embargo, permanece en ella, ¿cómo puede saber si su decisión de quedarse está basada en la preferencia y el compromiso o si sufre de adicción?
Existen diversos síntomas que puede buscar en su interior para saber si sufre de adicción:
I.—
1. Aunque su propia opinión objetiva (y quizás la opinión de los otros) le dice que la relación es negativa para usted y no espera ninguna mejora, no toma ninguna medida efectiva para romper con ésta.
2. Se busca motivos sin pies ni cabeza para quedarse en ella y que no son lo suficientemente sólidos como para equilibrar los aspectos negativos de la relación.
3. Cuando piensa en acabar la relación, siente verdadero pavor y se engancha todavía más a ella.
4. Cuando toma medidas para acabarla, sufre un agudo síndrome de abstinencia, que incluye desarreglos físicos que sólo se alivian recuperando el contacto.
5. Cuando la relación se ha terminado de verdad (o fantasea con que realmente ha terminado), siente la pérdida, la soledad y el vacío de una persona eternamente exiliada -a menudo seguidos o acompañados por un sentimiento de liberación.
Si encuentra la mayoría de estos indicios, puede estar seguro de que está en una relación en la que los elementos adictivos se han convertido en tan importantes y tan dominantes que destruyen la capacidad de dirigir su propia vida. Y, de la misma manera que un alcohólico debe empezar su camino hacia la sobriedad admitiendo «Soy un alcohólico», usted debe empezar con el reconocimiento de que está colgado de verdad. Este es un paso esencial para comprender la base de su adicción, para ver cómo funciona y para ser lo suficientemente libre como para decidir si desea trabajar para mejorar la relación, aceptarla tal como es o, si no puede ni mejorarla ni aceptarla, romperla.
M.—
HAMBRE DE CARIÑO – LA BASE DE LA ADICCION
Capitulo 2
LA DOSIS DEL AMOR
Si sospecha que está en una relación perjudicial porque siente adicción, entonces, es esencial que comprenda sus raíces. De otro modo, es probable que agrave el problema siendo autocrítico o condenando su adicción como una debilidad o una falta humillante. O quizás decida que, como se trata de una adicción, puede seguir con ella porque, después de todo, es más fuerte que usted. Pero si sabe cómo ha evolucionado su adicción, podrá verlo como un proceso lógico y comprensible en su historia, adoptar una actitud compasiva hacia ella y aprender lo que puede hacer para superarla.
NIVELES DE ADICCIÓN
Hay tres «niveles de vinculación» psicológicos que pueden influir en su decisión de quedarse en una relación que sabe que debería dejar. En primer lugar, están las Consideraciones prácticas para no dejarla y, puesto que están en el nivel más evidente, son las más fáciles de entender y observar. Por ejemplo, aparentemente hay aspectos abrumadores al acabar un matrimonio destructivo en el que hay niños pequeños o dependencia económica o en los que hay un embrollo tan permanente e intrincado que una ruptura podría causar graves problemas en las vidas de todas las personas implicadas.
El segundo nivel son las Creencias que usted mantiene sobre las relaciones en general, sobre sus relaciones concretas problemáticas y sobre usted mismo. En parte, estas Creencias consisten en opiniones populares y comportamientos aprendidos como: «El amor lo conquista todo», «El amor es para siempre», «El matrimonio es un sacramento y es inquebrantable», «Lo más importante es la seguridad», «Vale más malo conocido que bueno por conocer», «Acabar una relación es un error», «Estar solo es humillante», «Nunca debes herir o decepcionar a nadie», «No ser una pareja es como ser sólo media tijera», etc.
I.—
Y, después, están las Creencias sobre uno mismo, como: «No soy lo suficientemente atractivo», «No soy lo suficientemente inteligente», «No soy lo suficientemente interesante», «No tengo el suficiente éxito», por lo tanto, «Nadie más podría quererme, así que es mejor que me quede donde estoy». Y, además, «No soy lo suficientemente competente como para arreglármelas solo».
Finalmente, está el nivel más profundo de sentimientos y motivos que pueden bloquearle. Este nivel se origina tempranamente, a menudo se pone en funcionamiento sin que usted sea consciente de ello y puede, desde sus recesos escondidos, controlar su vida. Este nivel existe en todo el mundo en grados variables y su poder emocional puede ser mucho mayor que los niveles de Consideraciones prácticas y Creencias. El primer grado es el Hambre de cariño. Y éste es el que vamos a explorar porque El hambre de cariño es la base de la adicción hacia otra persona. Es tan potente que puede anular las Consideraciones prácticas («Esta relación es perjudicial para mi salud») y Creencias («Una persona debería abandonar una relación restrictiva y sin amor») que se oponen a ella.


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