El Destino de las Naciones – La Significación de Ciertas Ciudades

LA SIGNIFICACIÓN DE CIERTAS CIUDADES

Estas energías que hemos estado considerando son arrojadas a nuestra vida planetaria a través de ciertas grandes entradas. Actualmente hay cinco de ellas, desperdigadas por el mundo. Dondequiera que se encuentre una de esas entradas para la fuerza espiritual, siempre estará presente una ciudad de importancia espiritual en la misma ubicación. Estos cinco puntos de afluencia espiritual son:

1. .. para el Imperio Británico.
2. Nueva York… para el Hemisferio Occidental.
3. Ginebra… para Europa, incluyendo la U.R.S.S.
4. .. para el Lejano Oriente.
5. .. para la India y la mayor parte de Asia.

Más adelante, se agregarán dos puntos más para la energía pero aún no ha llegado el momento. Por medio de estos cinco lugares y las zonas circundantes, afluye la energía de cinco rayos, condicionando al mundo de los hombres, conduciendo a resultados de profunda significación y determinando la tendencia de los acontecimientos. Estos cinco puntos de energía condicionante (a pesar del hecho de que la energía que afluye a través de Darjeeling no ha llegado aún a la plenitud de su fuerza) producen dos triángulos de fuerza en sus interrelaciones:

1. Nueva York. Darjeeling.
2. Nueva York. Ginebra.

Ginebra y Darjeeling son dos centros a través de los cuales la energía espiritual pura puede ser dirigida con mayor facilidad que a través de los otros tres; en consecuencia, constituyen los puntos más elevados de sus respectivos triángulos. También son más subjetivos en su influencia que Londres, Nueva York o Tokio. Juntos forman los cinco centros de “energía impelente” hoy día.

Quizás también les interese conocer los rayos gobernantes y los signos astrológicos de estos cinco centros, pero no debe olvidarse que los rayos de la personalidad cambian de un período a otro en conexión con países y ciudades así como con los seres humanos individuales:

Si los estudiantes estudiaran esta información en conexión con lo dado en otra parte en conexión con las naciones y otras ciudades, las interrelaciones surgiendo ahora en los asuntos mundiales serán vistas como el resultado del juego de estas fuerzas y energías y, por lo tanto, hasta cierto punto, inevitables. El uso de la energía puede ser en líneas erróneas, produciendo separación y dificultad; puede ser en líneas correctas, conduciendo a final armonía y comprensión; pero la energía está allí y debe hacer sentir sus efectos. Como en la vida individual, como los resultados del juego de la energía del alma sobre el aspecto forma, dominará uno u otro de los rayos. Si la persona o la nación está espiritualmente orientada, el resultado del impacto de la energía será bueno y conducirá hacia la elaboración del plan divino, y así será totalmente constructivo. Donde domina la fuerza de la personalidad los efectos serán destructivos y pueden obstaculizar temporariamente el Propósito divino. Sin embargo, hasta la fuerza que está dirigida hacia fines destructivos puede trabajar y finalmente trabaja hacia el bien, pues la tendencia de la fuerza evolutiva es inalterable, estando basada en la Voluntad-al-bien de la Divinidad Misma. La afluyente energía del alma puede ser lentificada o acelerada en su camino de acuerdo al propósito, aspiración y la orientación de la entidad (humana o nacional); puede expresar el propósito del alma o el egoísmo de la personalidad, pero el innato impulso al mejoramiento triunfará inevitablemente.

Uno de los beneficios sobresalientes de esta guerra [1914-1945] (desde el punto de vista de largo alcance) y una de las tragedias angustiosas (desde el ángulo de la visión miope) ha sido la destrucción de tantas antiguas ciudades y centros de habitación humana masiva. Las zonas más recientemente desarrolladas del planeta, tales como Norteamérica, Nueva Zelanda y Australia, se ahorraron la destrucción de sus principales ciudades. Esto fue debido al hecho de que no había gran necesidad de destruirlas porque fueron construidas de acuerdo a las líneas más recientes y no fueron erigidas sobre los sótanos, criptas y alcantarillas del pasado, como las ciudades en Europa y en los países más viejos. Ellas se levantan, si así puedo expresarlo, sobre suelo virgen. Pero las principales ciudades de Europa son muy, muy viejas; era esencial que fueran destruidas; y a la destrucción generalizada con la que ahora estamos tan familiarizados, posteriormente se la verá como de grande y vital importancia, además de beneficiosa.

El mundo del futuro será muy diferente del mundo del pasado; el culto a lo que es ancestral y el moderno amor a lo viejo y lo antiguo ya no tendrán atracción para las generaciones venideras. Esto en gran parte es evidente hoy. Los hombres y mujeres del futuro serán progresistas y no reaccionarios; serán creativos en un nuevo sentido, produciendo una belleza, una simetría y un arreglo armonioso no soñados hoy; nada necesitarán excepto la preservación de lo extraordinariamente bello y lo de importancia espiritual (aquí no me refiero a la religión). Los actuales modos de vida altamente preciados les parecerán extraños y obsoletos, tan extraños como los hogares de los antiguos bretones y los primeros romanos nos parecerían a nosotros en este momento.

Tan grandes serán y deben ser los cambios y las diferencias que tomarán el lugar de lo que ha sido viejo —lo viejo, lo antiguo y lo amado— que aquellas ciudades que no hayan sido destruidas y, por lo tanto, limpiadas por el fuego purificador, hallarán razón para lamentar haberlo eludido y  serán conducidas (si son sabias) a destruir lo viejo, lo contaminado y lo insalubre, y a reconstruir y reemplazar los viejos centros de habitación humana por edificios más en consonancia con las exigencias vivientes de la humanidad.

Extraído de “El Destino de las Naciones” y “Los Problemas de la Humanidad”, Alice Ann Bailey