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Reseña:
Este problema es básicamente mucho menos difícil de solución. Sano sentido común puede resolverlo. Hay recursos adecuados para el sustento de la vida humana, y la ciencia puede acrecentarlos y desarrollarlos. La abundancia mineral del mundo, el petróleo, los productos de los campos, la contribución del reino animal, las riquezas del mar y los frutos y las flores, están todos ofreciéndose a la humanidad. El hombre es el controlador de todos ellos, pertenecen a todos y no son propiedad de grupo alguno, nación o raza alguna. Se debe solamente al egoísmo del hombre que (en estos días de rápido trasporte) millares estén muriendo de hambre mientras el alimento está pudriéndose o es destruido; se debe solamente a las maquinaciones codiciosas y las injusticias financieras fabricadas por el hombre que los recursos del planeta no están universalmente disponibles bajo algún sabio sistema de distribución. No hay excusa justificable para que en alguna parte del mundo se carezca de los elementos esenciales de vida. Tal estado de carencia acusa una política miope y el bloqueo de la libre circulación de los artículos de primera necesidad por una u otra razón. Todas estas condiciones deplorables están basadas en algún egoísmo nacional o grupal y en que no se logra elaborar alguna sabia estrategia imparcial para abastecer la necesidad humana en todo el mundo.
¿Qué debe hacerse entonces, aparte de educar a las generaciones venideras en la necesidad de compartir, de una libre circulación de todas las mercancías esenciales? La causa de este erróneo modo de vivir es muy simple. Es producto de antiguos métodos educativos erróneos, de la competencia y de la facilidad con que pueden ser explotados los indefensos y débiles. Ningún grupo es responsable, como ciertos ideólogos fanáticos podrían hacer suponer a los ignorantes. El nuestro es simplemente un período en el cual el egoísmo humano ha llegado a su clímax y debe, o destruir a la humanidad o inteligentemente llevarlo a su fin.
Tres cosas pondrán fin esta condición de gran lujo y extrema pobreza, de burda sobrealimentación de los pocos y la inanición de los muchos, además de la centralización de los productos del mundo bajo el control de un puñado de personas en cada país. Estas son: primero, el reconocimiento de que hay suficiente alimento, combustible, petróleo y minerales en el mundo para satisfacer la necesidad de la población entera. Por lo tanto, el problema es básicamente de distribución. En segundo lugar, esta premisa de adecuada provisión manejada a través de correcta distribución debe ser aceptada, y las provisiones que son esenciales para la salud, seguridad y felicidad del género humano deben estar disponibles. Tercero, que el entero problema económico y la institución de las necesarias reglas y agencias distribuidoras, debería ser manejado por una liga económica de naciones. En esta liga, todas las naciones tendrán su lugar; conocerán sus requisitos nacionales (basados en población y recursos internos, etc.) y conocerán también lo que puedan aportar a la familia de naciones; todas estarán animadas por la voluntad al bien general —una voluntad-al-bien que probablemente al principio estará basada en conveniencia y necesidad nacional pero que será constructiva en su obrar.
Ciertos hechos son obvios. El viejo orden ha fallado. Los recursos del mundo han caído en manos de los egoístas y no hubo justa distribución. Algunas naciones han tenido demasiado y han explotado sus excedentes; otras naciones han tenido muy poco, y su vida nacional y su situación financiera han sido perjudicadas por ello. Al final de esta guerra todas las naciones estarán en dificultades financieras. Todas las naciones requerirán re-construcción; todas tendrán que atender activamente al acuerdo de la futura vida económica del planeta y su ajuste sobre líneas más sanas.
Este período de ajuste ofrece la oportunidad de efectuar cambios drásticos y profundamente necesarios y el establecimiento de un nuevo orden económico, basado en el aporte de cada nación al todo, la compartición de los fundamentales artículos de primera necesidad y la sabia
puesta en común de todos los recursos para beneficio de todos, además de un sabio sistema de distribución. Un plan así es factible.
La solución aquí ofrecida es tan simple que, por esa misma razón, quizá no logre llamar la atención. La cualidad requerida por quienes diseñan este cambio de enfoque económico es tan simple además —la voluntad-al-bien— que nuevamente quizá sea pasada por alto, pero sin buena voluntad y simplicidad poco puede ser efectuado después de la guerra mundial. Habrá gran necesidad de hombres de visión, de gran solidaridad, conocimiento técnico e interés cosmopolita. Ellos deben poseer además la confianza del pueblo. Deben reunirse y establecer las reglas por las cuales el mundo pueda ser alimentado adecuadamente; deben determinar la naturaleza y extensión del aporte que cualquier nación debe hacer; deben acordar la naturaleza y extensión de los suministros que deberían entregarse a cualquier nación, y así ocasionar esas condiciones que mantendrán los recursos del mundo circulando equitativamente e ingeniar esas medidas preventivas que contrarrestarán el egoísmo y la codicia humanos.
¿Puede encontrarse un grupo de hombres semejante? Creo que se puede. En todas partes hay quienes estudian profundamente la naturaleza humana, investigadores científicos con grandes simpatías humanas y hombres y mujeres concienzudos que durante largo tiempo —bajo el antiguo y cruel sistema— lucharon con el problema del dolor y la necesidad humanos.
La nueva era de simplicidad debe llegar. El nuevo orden mundial inaugurará esta vida más simple basada en alimento adecuado, pensamiento correcto, actividad creativa y felicidad. Estos elementos esenciales son posibles sólo bajo una correcta norma económica. Esta simplificación y esta sabia distribución de los recursos del mundo deben abrazar lo alto y lo bajo, al rico y al pobre, sirviendo así a todos los hombres por igual.
La Exteriorización de la Jerarquía
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Producido por: Reflexión sobre los Libros Azules
Fecha de publicación: 12-05-2020