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Reseña:
Un gran trastorno en todos los reinos en la naturaleza ha caracterizado este día y generación; una estupenda destrucción de todas las formas de vida divina y en cada reino ha sido la nota sobresaliente de este trastorno. Nuestra civilización moderna ha recibido un golpe mortal del que nunca se recuperará, pero será reconocido algún día como el ‘golpe de liberación’ y como la señal para que aparezca aquello que es mejor, nuevo y más apropiado para el espíritu evolucionante. Grandes y penetrantes energías y sus fuerzas evocadas han entrado en conflicto el cual, figuradamente hablando, ha elevado el reino mineral a los cielos y ha hecho caer el fuego desde el cielo. Estoy hablando en cuanto a los hechos y no sólo simbólicamente. Los cuerpos de hombres, mujeres y niños, así como también animales, han sido destruidos; las formas del reino vegetal y las potencias del reino mineral han sido desintegradas, distribuidas y devastadas. La vida coherente de todas las formas planetarias ha quedado temporariarnente incoherente. Como lo ha expuesto una antigua profecía: ‘Ningún verdadero Sonido unido sale de forma a forma, de vida a vida. Sólo un grito de dolor, una demanda de restitución y una invocación por alivio de la agonía, desesperación e infructuoso esfuerzo sale de aquí para Allá’.
Todo este trastorno del ‘suelo’ del mundo —espiritual, sicológico y físico—, todo este desbaratamiento de las formas y de los contornos familiares de nuestra vida planetaria, tuvieron que ocurrir antes de que la Jerarquía pudiera surgir en la conciencia pública; todo esto tuvo que trabajar sobre las almas de los hombres antes de que pudiera entrar la Nueva Era, trayendo consigo la Restauración de los Misterios y la rehabilitación de los pueblos de la Tierra. Ambas van juntas. Este es uno de los puntos principales que trato de plantear. El trastorno, la desintegración y las totalmente caóticas condiciones existentes durante los últimos quinientos años en todos los reinos de la naturaleza finalmente se han abierto camino hacia condiciones físicas en paralelo. Esto es bueno y deseable; marca el preludio para una construcción mejor de un mundo mejor, y la construcción de más adecuadas formas de vida y de actitudes humanas más correctas, además de una más firme orientación hacia la realidad. Lo mejor aún está por ser.
Todo está siendo rápidamente traído a la superficie —lo bueno y lo malo, lo deseable y lo indeseable, el pasado y el futuro (pues los dos son uno); el arado de Dios casi ha completado su trabajo; la espada del espíritu ha separado un pasado maligno del futuro radiante, y el Ojo de Dios ve a ambos como contribuyentes; se verá a nuestra civilización material dando lugar rápidamente a una cultura más espiritual; nuestras organizaciones eclesiásticas, con sus limitantes y confusas teologías, pronto darán lugar a la Jerarquía con su emergente enseñanza —clara, fáctica, intuitiva y no dogmática.
Tratado sobre los Siete Rayos, T. V.
Hay dos líneas principales de evolución; una concierne a la materia y la forma, la otra al alma, el aspecto conciencia, el pensador en manifestación. Cada uno de estos senderos de progreso difiere y cada uno sigue su curso. Como ya se ha observado, durante un prolongado período el alma se identifica con el aspecto forma y trata de seguir el “Sendero de la Muerte”, porque eso es lo que el sendero oscuro es en efecto para el pensador. Más tarde, por medio de un gran esfuerzo, cesa esta identificación; el alma se hace consciente de sí misma y de su propio sendero o dharma; entonces sigue el camino de la luz y de la vida. Sin embargo, debe tenerse siempre en cuenta que para ambos aspectos su propio sendero es el sendero correcto y que los impulsos ocultos en el vehículo físico o en el cuerpo astral no son en sí erróneos. Llegan a ser erróneos desde cierto ángulo cuando se tergiversa su correcto empleo, y la plena comprensión de esto condujo a exclamar al discípulo en el Libro de Job: “He pervertido lo que era correcto”. Las dos líneas de desenvolvimiento están separadas y son distintas. Esta es una de las cosas que el aspirante debe aprender.
La Luz del Alma, Libro IV, Af. 15.
Hablo de la Muerte como aquel que conoce el tema por la experiencia en el mundo externo y la expresión de la vida interna: La muerte no existe. Como saben, hay una entrada en una vida más plena. Hay liberación de los obstáculos del vehículo carnal. El tan temido proceso de desgarramiento no existe, excepto en los casos de muerte violenta o repentina, entonces lo único desagradable es una sensación instantánea y abrumadora de peligro y destrucción inminentes, y algo que se parece a un shock eléctrico. Nada más. Para los no evolucionados, la muerte es literalmente un sueño y un olvido, porque la mente no está bastante despierta para reaccionar, y el archivo de la memoria está prácticamente vacío. Para el ciudadano común y bueno, la muerte es una continuación del proceso de vida en su conciencia, y lleva a cabo los intereses y tendencias de esa vida. Su conciencia y sentido de percepción son los mismos e invariables. No percibe mucha diferencia, está bien cuidado, y a menudo no se da cuenta de que ha pasado por el episodio de la muerte. Para el perverso y cruelmente egoísta, el criminal y esos pocos que viven únicamente para el aspecto material, se produce esa situación denominada “atados a la tierra”. Los vínculos que han forjado con la tierra, y la atracción hacia ella de todos sus deseos, los obliga a permanecer cerca de la misma y de su último medio ambiente terreno. Tratan desesperadamente y por todos los medios posibles, de ponerse en contacto y volver a penetrar en él. En contados casos, el gran amor personal por quienes han dejado atrás o el incumplimiento de un deber reconocido y urgente, mantienen a lo bueno y lo bello en semejante situación. Para el aspirante, la muerte es la entrada inmediata en una esfera de servicio y de expresión a la que está muy acostumbrado, reconociendo enseguida que no es nueva. En las horas de sueño ha desarrollado un campo de servicio activo y de aprendizaje. Ahora sencillamente funciona en él durante las veinticuatro horas (hablando en términos de tiempo del plano físico) en vez de sus habituales pocas horas de sueño en la tierra.
Tratado sobre Magia Blanca, pp. 245-246.
La muerte misma es parte de la Gran Ilusión, y sólo existe debido a los velos con que nos hemos rodeado.
Tratado sobre los Siete Rayos, T. V.
Pero las personas olvidan por lo general que todas las noches, durante las horas de sueño, morimos en lo que respecta al plano físico y vivimos y actuamos en otro lugar. Olvidan que ya han logrado la facilidad de dejar el cuerpo físico, porque aún no pueden traer a la conciencia del cerebro físico el recuerdo de esa muerte y el consiguiente intervalo de vida activa, y no relacionan la muerte con el sueño. Después de todo, la muerte es sólo un intervalo más extenso en la vida de acción en el plano físico; nos vamos “al exterior” por un período más largo. Pero el proceso del sueño diario y el proceso de la muerte ocasional son idénticos, con la única diferencia que en el sueño el hilo magnético o corriente de energía a través de la cual corren las fuerzas vitales se mantiene intacto, y constituye el camino de regreso al cuerpo. En la muerte, este hilo de vida se rompe o corta. Cuando esto ha acontecido, la entidad consciente no puede volver al cuerpo físico denso, y al faltarle a ese cuerpo el principio de coherencia, se desintegra.
Tratado sobre Magia Blanca, p. 403.
Los procesos de abstracción se hallan (como pueden ver) relacionados con el aspecto vida, y son puestos en movimiento por un acto de la voluntad espiritual, constituyendo el “principio de resurrección que yace oculto en el trabajo del Destructor”, tal como lo expresa un antiguo dicho esotérico. La manifestación más inferior de este principio puede ser vista en el proceso de lo que llamamos muerte —que en realidad es el método de abstraer el principio vida, informado por la conciencia, desde la forma de los cuerpos en los tres mundos.
Así la gran síntesis aparece, y destrucción, muerte y disolución son, en realidad, meros procesos de la vida. Abstracción indica proceso, progreso y desarrollo.
Tratado sobre los Siete Rayos, T. V.
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Producido por: Reflexión sobre los Libros Azules
Fecha de publicación: 28-09-2022