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LGI 3 – Estanza 3 Parte VI

Programa: Reflexión sobre los Libros Azules


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LGI 3 - Estanza 3 Parte VI

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Reseña:


La Gran Invocación

Estanza Tres

Parte VI

 

Quisiera indicarles tres acercamientos al tema de esta Invocación. Lo haré brevemente, ya que el tiempo falta. A ustedes corresponde arribar —de acuerdo a vuestro estatus evolutivo y la profundidad de vuestra reflexión— a lo que pueda dejar sin decir. Estos tres acercamientos son:

 

  1. El del gran público.
  2. El de los esoteristas, es decir, de aspirantes y discípulos.
  3. El del discípulo más avanzado (hasta donde yo pueda) y de la Jerarquía.

 

Primero, el gran público la considerará como una plegaria a Dios Trascendente. Todavía no Lo reconocerán como inmanente en Su creación; la emitirá en alas de la esperanza —esperanza de luz, amor y paz, los cuales anhela incesantemente. También la considerará como una plegaria para esclarecimiento de todos los dirigentes y líderes en todos los grupos que están manejando materias mundiales; como una plegaria para la afluencia de amor y comprensión entre los hombres para que puedan vivir en paz entre sí; como una demanda para la elaboración de la voluntad de Dios —una voluntad de la cual el público nada puede saber (después de todo, esto es absolutamente cierto para todos excepto iniciados) y que siempre le parece tan inescrutable y tan omnincluyente que su reacción normal debería ser paciencia y una disposición a abstenerse de cuestionar; como una plegaria para el fortalecimiento de la responsabilidad humana, en orden a que los reconocidos males de hoy que tanto angustian y molestan al género humano puedan ser eliminados y pueda ser frenada alguna vaga fuente del mal; la considerará finalmente como una plegaria para que sea restablecida alguna igualmente vaga condición primordial de beatífica felicidad, y que toda infelicidad y dolor desaparezca de la Tierra. Esto, para el gran público, es enteramente bueno y útil y todo lo que es inmediatamente posible. He redactado y traducido la Invocación de manera tal que el mundo cristiano, a través de sus iglesias, no la encuentre imposible de usar.

[i166]

Segundo, esoteristas y aspirantes del mundo tendrán un acercamiento más profundo y más comprensivo. A ellos les trasmitirá el reconocimiento del mundo de causas y de Aquellos que están subjetivamente detrás de los asuntos mundiales, los Directores espirituales de nuestra vida. Ellos están listos para fortalecer a aquellos con verdadera visión, listos para indicar no sólo la razón de los eventos en los diversos departamentos del vivir humano, sino [e152] también para hacer esas revelaciones que permitirán a la humanidad avanzar fuera de la oscuridad, a la luz. Con esta actitud fundamental, la necesidad de generalizada expresión de estos hechos subyacentes será evidente y una era de propaganda espiritual, ingeniada por discípulos y llevada adelante por esoteristas, madurará. Esta era comenzó en 1875, cuando H.P.B. proclamó el hecho de la existencia de los Maestros de la Sabiduría. Ello ha sido llevado adelante a pesar de la mala representación, el ataque sobre el concepto y el menosprecio; el reconocimiento de la naturaleza sustancial de la evidencia disponible y una aparición de una respuesta intuitiva de parte de estudiantes ocultistas y muchos de la intelectualidad en todo el mundo han estado presentes.

 

Un nuevo tipo de místico está llegando a ser reconocido; difiere de los místicos del pasado (excepto en unos pocos ejemplos destacados) por su interés práctico en asuntos mundiales actuales y no en materias religiosas y de la iglesia solamente; se distingue por su falta de interés en su propio desarrollo personal, por su habilidad para ver a Dios inmanente en todas las fes y no sólo en su propio tipo particular de creencia religiosa, y también por su capacidad de vivir su vida a la luz de la Presencia divina. Todos los místicos han sido capaces de hacer esto en mayor o menor grado, pero el místico moderno difiere de los del pasado en que él es capaz de indicar claramente a otros las técnicas del Sendero; combina cabeza y corazón, inteligencia y sentimiento, más una percepción intuitiva, hasta ahora faltante. La clara luz fría de la Tríada Espiritual ahora ilumina el camino del místico moderno, y no simplemente la luz de su propia alma, y esto sucederá cada vez más.

 

Ambos grupos —el gran público y los aspirantes del mundo en sus grados variantes— tienen entre ellos a quienes sobresalen del promedio general como poseyendo una [i167] más profunda perspicacia y comprensión; ocupan una tierra de nadie, intermedia por un lado entre las masas y los esoteristas y, por el otro, entre los esoteristas y los Miembros de la Jerarquía. No olviden que Ellos también usan esta gran Invocación y que no pasa un día sin que el Cristo Mismo la pronuncie. Al leer las páginas siguientes, puede que hallen alguna clave respecto de las actitudes y puntos de vista de estas Inteligencias espirituales.

 

A primera vista, la belleza y la potencia de esta Invocación reside en su simplicidad y en su expresión de ciertas verdades centrales que todos los hombres, innata y normalmente, aceptan —la verdad de la existencia de una Inteligencia básica a Quien vagamente denominamos Dios; la verdad de que, detrás de toda apariencia externa, el poder motivador del universo es Amor; [e153] la verdad de que una gran Individualidad vino a la Tierra, llamada el Cristo por los cristianos, y personificó ese amor para que pudiéramos comprender; la verdad de que tanto el amor como la inteligencia son efectos de lo que se denomina la Voluntad de Dios, y finalmente la verdad autoevidente de que sólo a través de la Humanidad misma puede desarrollarse el Plan divino.

 

Este Plan llama al género humano a la expresión de Amor y desafía a los hombres a “dejar brillar su luz”. Luego viene la solemne demanda final de que este Plan de Amor y Luz, obrando a través del género humano, pueda “sellar la puerta donde se halla el mal”. La línea final luego contiene la idea de restauración, indicando la tónica para el futuro y que llegará el día en que la idea original de Dios y Su intención inicial ya no serán frustradas por el libre albedrío humano y el mal humano —puro materialismo y egoísmo; el propósito divino entonces, a través de los cambiados corazones y metas de la humanidad, será realizado.

 

Este es el significado obvio y simple y concuerda con la aspiración espiritual de todos los hombres en todas partes.

 

Hay implicaciones más profundas y brevemente las mencionaré más adelante, pero la claridad de deseo y aspiración espiritual está expresada en estas palabras de tal forma que su uso no ofrece ninguna barrera para los diferentes tipos de mente que puedan recibirla. Sólo quienes no reconocen ningún mundo subjetivo o interno, y quienes rechazan el concepto de que un mundo interno de causas es responsable del mundo externo de efectos, negarán su verdad [i168] y utilidad; afortunadamente tales personas son contadas.

Discipulado en la Nueva Era II


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