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Mensaje – El Orden Mundial venidero

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Mensaje - El Orden Mundial venidero

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Reseña:


El mensaje a enseñarse antes de cualquier paz futura consiste en las tres claras y prácticas verdades siguientes:

1. Que los errores y desatinos de siglos pasados, culminando en la actual guerra mundial, son los errores y desatinos conjuntos de la humanidad como un todo. Este reconocimiento conducirá a establecer el principio de compartición, tan necesario en el mundo hoy día.

2. Que no hay problemas ni condiciones que no puedan ser solucionados por la voluntad-al-bien. Buena voluntad nutre el espíritu de comprensión y fomenta la manifestación del principio de cooperación. Este espíritu cooperativo es el secreto de todas las correctas relaciones humanas y el enemigo de la rivalidad.

3. Que hay una relación de sangre entre hombres que, cuando es reconocida, disuelve todas las barreras y pone fin al espíritu de separatividad y odio. La paz y felicidad de cada uno es la preocupación, por lo tanto, de todos. Esto desarrolla el principio de responsabilidad y sienta la base de correcta acción corporativa.

Estas son las creencias básicas de los hombres y mujeres de buena voluntad y proveen el incentivo para todo servicio y acción. Estas tres verdades prácticas y científicas corporizan los tres hechos básicos y la aceptación inicial de todos los servidores mundiales. No son contrarias a ninguna posición mundial ni subversivas para ningún gobierno ni actitud religiosa, y son innatas a la conciencia de todos los hombres, evocando respuesta inmediata. Su aceptación “curará” heridas internacionales.

Llamo a todos los hombres y mujeres de buena voluntad en el mundo a estudiar los principios del nuevo orden mundial. Recurro a ellos a medida que luchan por la justicia y los derechos de las naciones pequeñas y el futuro de los niños de todas las naciones, para que comiencen a educar, a quienes ellos puedan contactar, en correctas actitudes y en esa visión previsora que hará que los errores del pasado sean imposibles en el futuro.

Un atributo divino básico aún no es tan fuerte como debería serlo en la humanidad —el atributo de perdón. Todavía se lo asocia a magnanimidad. No se lo ve esencialmente como una condición de futura relación entre todas las naciones, basada en un reconocimiento de nuestra humanidad común. Alemania, bajo sus gobernantes descaminados y malignos, necesita perdón. Todas las grandes Potencias también han pecado en algún grado y todas han errado lamentablemente en el pasado. Alemania ha precipitado el mal que asaltó al mundo, pero ella contiene en sí misma las simientes de su propio castigo; estas simientes no fructificarán si se le inflige excesivo castigo desde afuera.

Tres reconocimientos salvarán al mundo cuando cese el fuego de las armas:

1. El reconocimiento de responsabilidad conjunta por las pasadas condiciones mundiales. La verdad de que “todos han pecado” debe ser enfrentada.

2. El reconocimiento de que, aunque el pueblo alemán débilmente consintió el dominio de Hitler, básicamente son las víctimas de un engaño organizado. Desde 1914 sólo se les han dicho mentiras. El futuro nuevo orden mundial inaugurará una era de propaganda verídica e información nacional e internacional.

3. El reconocimiento de que el pasado se ha ido con todos sus males, y que hay por delante un futuro de ilimitadas posibilidades para el bien y para cambios constructivos. El futuro debe ser desarrollado por todas las naciones en la más estrecha colaboración.

Estos tres puntos deben ser constantemente presentados al público en el lenguaje más simple, porque el problema más difícil lo constituirá la masa inerte de personas irreflexivas. Se debe apelar a lo mejor que hay en ellas, porque la tarea inmediata por delante es el desarrollo de esas actitudes correctas sin las cuales ninguna paz puede ser duradera ni la justicia posible. La paz no debe ser impuesta por quienes odian la guerra. La paz debe ser un resultado y expresión natural del espíritu humano, y de una determinación de trasformar la actitud mundial en una actitud de rectas relaciones humanas.

Este no es un sueño idealista imposible, sino una posibilidad inmediata, dado el espíritu de perdón y buena voluntad. Se requerirá paciencia, porque tendrá que lidiarse con la presión nerviosa de la guerra, el dolor y la ansiedad, el temor y la desnutrición. Los seres humanos serán los mismos que antes de la guerra, excepto por el agotamiento y una disposición por parte de la mayoría a aceptar casi cualesquiera términos que les permitan volver a vivir tranquilamente de nuevo, libres del inmediato temor a las bombas, a la inanición y la ruina. La gran necesidad será: acción lenta, dejando tiempo para los necesarios procesos de curación y ajuste antes de que los términos definitivos de paz sean establecidos por las naciones, reunidas en cónclave. Las naciones tendrán que cambiar, de actividades en pie de guerra a actividades de paz establecida, y de las organizadas tensiones de la guerra a los relativos relajamientos de paz. El desarme debe avanzar como un movimiento inicial, pero de tal manera que la cuestión del desempleo no sea indebidamente agravada. La “trasformación del cañón en rejas de arado” debe llevarse a cabo juiciosamente, y sólo planificación internacional amplia puede hacerse cargo de este estupendo proceso. Establecer fronteras nacionales y esferas de influencia será de suma dificultad, y sólo puede ser determinado satisfactoriamente si buena voluntad está activamente presente y es conscientemente utilizada, y cuando se consultan con espíritu no partidista los deseos del pueblo involucrado. El énfasis sobre fronteras históricas pasadas como un factor determinante es siempre peligroso. Aquí se necesitará acción sabia y lenta, y consideración apropiada de deseos poblacionales. Lo deseable no es la restauración de antiguos mojones, sino la restauración de esferas de influencia nacionales y raciales de acuerdo a la situación actual.

Lo de importancia no es la imposición de cualquier ideología particular sobre el mundo, o su remoción, sino el establecimiento de esas condiciones mundiales que proporcionarán a todas las naciones el alimento adecuado, los artículos de primera necesidad de la vida y luego la oportunidad de expresarse, y de hacer su contribución única al bienestar de la entera familia de naciones.

Los detalles operativos tendrán que ser desarrollados por todos los pueblos en la más estrecha colaboración.

Textos de La Exteriorización de la Jerarquía, de AAB, ediciones Fundación Lucis.


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