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Reseña:
Aquí podría decirse que mi principal contribución en esta época es indicar las causas de la enfermedad y de la mala salud, no reconocidas por la medicina ortodoxa, la cual se ocupa de los efectos de estas causas sutiles cuando se exteriorizan en el cuerpo físico y en el sistema nervioso. No estoy tratando (como ya he advertido) de los síntomas de las enfermedades, los diagnósticos médicos o los sistemas de aplicación de medios físicos para la curación o el alivio. Ellos han ido a la par de la creciente capacidad del hombre de descubrir y conocer.
Permítanme repetir que estoy sentando las bases para acercarnos al tema del cuerpo físico, sano o enfermo, y que tratará principalmente acerca del cuerpo etérico. Esto finalmente deberá conducir a la acumulación de conocimiento sobre la energía, sus puntos focales y la distribución en el cuerpo etérico que igualará al ya adquirido en el campo del exacto conocimiento físico, y ese exacto conocimiento es un hecho.
El estudio de las enfermedades heredadas indica un tenue reconocimiento de las deudas y tendencias kármicas del hombre. Sin embargo, es un error creer que estas tendencias se originan en los gérmenes de la vida y de la sustancia, unidos en el instante de la concepción, y que el padre o la madre son responsables por lo tanto de su trasmisión. Esto no es así. El sujeto en encarnación —desde el ángulo del alma— ha elegido definida y conscientemente a sus progenitores por lo que ellos pueden contribuir a su constitución física mientras se halla en encarnación. Por eso el cuerpo vital es de tal naturaleza que el hombre está predispuesto a un particular tipo de infección o de enfermedad; el cuerpo físico es también de tal naturaleza que su línea de menor resistencia permite la aparición y el control de aquello que el cuerpo vital posibilita; el alma encarnada produce, mediante su trabajo creador y su vehículo vital, una constitución particular a la cual han contribuido con una definida tendencia los padres elegidos. Por lo tanto, el hombre no resiste ciertos tipos de enfermedad. Esto es determinado por el karma del hombre.
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Es bien sabido por quienes estudian las ciencias esotéricas, que el cuerpo físico es simplemente un autómata, que responde a y es activado por un cuerpo más sutil de energías que son la verdadera expresión de la etapa de evolución. Este grado de evolución puede ser el que está controlado por la personalidad, mediante uno de sus cuerpos, o controlado por el alma. Estas son realidades que la profesión médica debe captar y, cuando lo haga, se habrá dado un gran paso adelante. Los estudiantes esoteristas están dispuestos a reconocer que el cuerpo físico es automático en su respuesta a la impresión emocional, mental o egoica; sin embargo, el cuerpo etérico está tan estrechamente entretejido con el vehículo físico que es casi imposible separar los dos en la conciencia, lo cual no será comprobado o posible hasta que la ciencia de la energía etérica y el desarrollo de la percepción clarividente demuestren la verdad de lo que digo. Nuevamente esta es una repetición necesaria.
La ciencia médica, por el estudio del sistema nervioso y por su reconocimiento del poder del pensamiento sobre el cuerpo físico, se encamina rápidamente hacia una correcta dirección. Cuando admita, en relación con el cuerpo físico, que “la energía sigue al pensamiento” y comience a experimentar con el concepto de que existen corrientes mentales (tal como erróneamente se las denomina) que están dirigidas a ciertas zonas del cuerpo etérico —donde los esoteristas afirman la existencia de puntos o centros de energía— entonces mucho será descubierto.
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Hay otro punto que quisiera subrayar. En todos los métodos de curación de naturaleza esotérica, es esencial que sólidas prácticas médicas de tipo ortodoxo acompañen a los modos de ayuda más sutiles. Es en la sabia combinación de los dos acercamientos y en el trabajo cooperativo del médico ortodoxo y del sanador o grupo de curación oculto, que se producirán los resultados más firmes.
Estudiantes que intenten curar por lo tanto tendrán que conciencializar dos cosas: la naturaleza de la enfermedad, diagnosticada por un buen médico, y el centro que controla la zona de la enfermedad. El plan más seguro de curación para el estudiante de curación medio o para un grupo de curación, es trabajar en cooperación con algún médico acreditado, y en relación con el centro que controla la zona enferma.
En vista de todo esto quizás pregunten si es posible para ustedes realizar trabajo definido de curación que sea eficaz, sólido, correcto y permisible. Los riesgos de sobre o sub-estimulación parecen demasiado grandes; el conocimiento del curador parece demasiado escaso para poder experimentar, y el karma del paciente es necesariamente (para el curador medio) aún no determinable.
A esto respondería que todo trabajo de naturaleza precursora y experimental acarrea sus propios riesgos especiales. Muchos han sido víctimas de la ciencia, y particularmente de la ciencia médica, en los primitivos días de la medicina y cirugía actual. Pero esto nunca detuvo al sincero investigador ni mermó el desarrollo del conocimiento; en estos días vanguardistas, en el campo de la curación esotérica, se debe tener el mismo valor y enfrentar los mismos riesgos. La salvaguardia, desde el ángulo estrictamente legal y humano, consistirá en que el paciente esté en manos de un acreditado médico para la diagnosis y tratamiento durante el tiempo en que el curador esotérico se esfuerce por prestar una ayuda vital.
El trabajo del curador y de los grupos de curación será por lo tanto complementario del tratamiento ortodoxo; los resultados deberán ser cuidadosamente vigilados y registrados por ambas partes.
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En estos primeros días de experimentación y trabajo sobre estas líneas, sólo es posible dar algunas reglas simples. De los resultados obtenidos vendrá la experiencia, y el grupo de curación aprenderá gradualmente cómo trabajar, cuándo cambiar sus métodos y qué observar.
El campo de investigación que propongo es totalmente nuevo. Quizás quienes lo emprendan no vean los resultados de lo que tratan de realizar. Su impaciencia y ansiedad por ayudar pueden ser un obstáculo; su ignorancia los hará cometer errores. Pero sigan adelante, perseveren, mantengan cuidadosos registros y conserven toda la correspondencia. Entonces los resultados serán seguros.
Extraído de: Un Tratado sobre los Siete Rayos – Tomo IV “Curación Esotérica”, Alice A. Bailey.
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Producido por: Reflexión sobre los Libros Azules
Fecha de publicación: 18-09-2022