Antiguos Eventos Kármicos

No tengo intención de explicar o elaborar el asunto del Karma. Este oculto aunque fundamentalmente exotérico tema, la Ley de Causa y Efecto, evoca un reconocimiento general cuando se lo llama por este nombre. Cuando se lo llama Ley del Karma, es inmediatamente considerado como misterioso, oriental y nuevo. Llamado (como sucede a veces) la Ley de Retribución, una connotación enteramente errónea le ha sido atribuida. Hoy, el karma de la humanidad está descendiendo sobre ella. Les recordaría, sin embargo, que el continuo énfasis puesto sobre los aspectos malevolentes del karma trasmite una impresión equívoca e impide que se capte plenamente la verdad. Hay tanto buen karma como hay malo; aun en la situación mundial actual, el buen karma que emana del alma de la humanidad equilibra al malo que viene del aspecto material y sobre el cual se hace continuamente hincapié. Es el ritmo de la materia a diferencia del ritmo del alma, y estos constituyen las causas iniciadoras del conflicto actual, tanto en las vidas individuales como en la situación mundial general. Cuando esto sea adecuadamente comprendido, la verdadera imagen podrá emerger en sus corazones y mentes con mayor claridad.

En mi esfuerzo por aclarar la imagen, tendré que pasar por alto muchos detalles esenciales; también me veré también forzado a adoptar la siempre discutible posición de hacer declaraciones que no pueden ser comprobadas y que encuentran sus únicos argumentos (en lo que al pensador medio concierne) en deducción a partir de los efectos producidos por causas que no aparecen al ocultamente no esclarecido. En el porvenir, el hombre desarrollará esa actitud mental que considerará causas como de mayor importancia que efectos; entonces aprenderá a considerar con cuidado los primeros pasos dados al iniciar cualquier línea de acción, reflexionando sobre y deduciendo los probables efectos antes de dedicarse a cualquier acto específico. Sólo a través de dolor, error y consecuente pago-del-precio, esta saludable etapa será alcanzada.

Hoy, todo lo que está teniendo lugar se debe, en primer lugar, a la dualidad esencial del hombre; en segundo lugar, se debe a ciertas líneas principales de clivaje que fueron ocasionadas por este dualismo esencial en una temprana etapa de la historia humana, y en tercer lugar, a la creciente tendencia hacia la síntesis que la afluencia de la fuerza de Shamballa está produciendo en este momento. Esta es la declaración más simple que encuentro posible hacer respecto a este complejo problema. Con amplias generalidades abarco el pasado, indico los efectos que ahora están siendo experimentados en el presente y preveo el futuro.

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La venida a encarnación del ser humano espiritualmente autoconsciente, es la causa incitante del conflicto actual. Si los hijos de Dios no se hubieran “unido con las hijas de los hombres” (que es la manera bíblica y simbólica de expresar la gran relación entre espíritu y materia que fue establecida en el reino humano), si las entidades espirituales que son humanidad misma no hubiesen tomado para sí formas materiales, y si el elemento espiritual positivo no se hubiera apegado al aspecto material negativo, el conflicto mundial actual no estaría teniendo lugar. Pero el plan divino de evolución estaba basado sobre la producción de esta relación entre hombre espiritualmente consciente y el aspecto forma, y así la gran Ley de Dualidad entró en acción, ocasionando la “caída de los ángeles”, al descender desde su estado de existencia libre e inmaculado a fin de desarrollar

plena concienciación divina sobre la tierra, por intermedio de encarnación material y del uso del principio mente. Este fue el plan divino, emanando de la Mente de Dios y lanzado a la actividad y al desarrollo progresivo por un acto de Su Voluntad. En su inicio, tuvo lugar la original “guerra en los cielos”, cuando los hijos de Dios que respondían al divino impulso a la experiencia, al servicio y al sacrificio, se separaron de los hijos de Dios que no respondían a esa inspiración sino que eligieron permanecer en su original y elevado estado del ser. El Cristo Mismo dio testimonio de esta verdad en la historia del Hijo Pródigo y su relación con su hermano mayor, que no había dejado el hogar del Padre. Por esta parábola se evidencia dónde estaba la aprobación del Padre. Un estudio cuidadoso de esta historia y una comprensión intuitiva de sus implicancias, pueden evocar algún día una respuesta al “pecado de la experiencia”, como ha sido llamado, y llevar a una comprensión de las dos leyes principales que rigen el proceso: la Ley de Evolución y la Ley de Renacimiento. Aquí está la principal causa iniciadora de lo que está teniendo lugar ahora.

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La segunda causa surgió lentamente de la primera. Materia y espíritu, enfocados en la familia humana y expresando sus cualidades básicas y naturaleza esencial, estaban eternamente en conflicto. En las primeras etapas y durante el largo ciclo lemuriano, la infante humanidad evolucionó constantemente y sin embargo a pesar de esto las líneas de clivaje, aunque presentes, no fueron reconocidas. La latente chispa de la mente sólo sirvió para llevar una relativa iluminación a los cinco sentidos y su aplicación puramente física. La vida física era fuerte; la vida deductiva, el propio registro de la vida, era prácticamente nulo. En ese entonces la vida de la humanidad estaba enfocada en el cuerpo físico, fortificándose y estimulándose así la naturaleza animal y desarrollándose el organismo físico y los distintos órganos internos por medio del desarrollo de los cinco sentidos; el hombre llegó a ser ante todo un animal egoísta y agresor, sin embargo a veces tenía vagas tendencias hacia algo tenuemente presentido como mejor, y momentos de deseo de alto grado que no era aspiración ni el impulso al progreso, como los conocemos, sino sus formas embrionarias.

Los últimos cien años han visto el surgimiento de un grave problema en la actual tendencia de la humanidad a reunirse en grandes ciudades y a congregarse en vastos rebaños, dejando el campo despoblado de habitantes y creando serios problemas de alimentación, salubridad y delincuencia. Este ritmo actualmente está cambiando ante nuestros ojos y se está solucionando un serio problema; las ciudades están siendo evacuadas y —mientras los hombres y las mujeres son impelidos por una razón u otra hacia el campo— los señores de la evolución están obligando a la ruptura del ritmo de concentración sustituyéndolo por el ritmo de dispersión. Esto contribuirá grandemente al bien de la raza y facilitará el desenvolvimiento de una síntesis subjetiva que enriquecerá grandemente a la humanidad y dará nuevos valores al vivir.

Extraído de: La Exteriorización de la Jerarquía, Alice A. Bailey – Septiembre de 1939