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La Era Moderna

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Reseña:


Quisiera detenerme aquí y recordarles uno o dos puntos que deberían ser reconocidos a medida que encaramos esta era moderna en la que tienen lugar todos estos efectos culminantes. Los describiré concisa y claramente.

Las líneas de clivaje entre materialismo y espiritualidad (como ahora comprendemos los términos) se han vuelto cada vez más claras. Dos cosas han tendido a ocasionar esto. Primero, el pronunciamiento de los Diez Mandamientos. Éstos, aunque negativos en su forma y dogmáticos en su actitud, esclarecieron adecuadamente los asuntos y las actitudes requeridas. Debido a la relativamente inferior etapa de la inteligencia humana universal, en la época en que fueron dados (pues las fechas bíblicas no son correctas y la fecha de su pronunciamiento es mucho más antigua de lo que se cree) se los expresó bajo la fórmula “No harás”, dirigiendo así la atención humana a la expresión material de tendencias materiales. En días futuros, los Diez Mandamientos serán expresados en una forma inversa de la cual el Sermón de la Montaña y las Bienaventuranzas son la forma embrionaria.

Segundo, la Jerarquía se retiró para que la humanidad, una vez alcanzada la madurez y la edad del criterio, no fuera impedida ni obstaculizada por la coerción e indebida protección, sino que expresara sus principales características divinas. De estas, el libre albedrío y el discriminador uso de la mente son las cualidades sobresalientes. No había libre albedrío alguno en días atlantes. Hoy hay una tendencia al libre albedrío (observen este término) y lo llamamos libertad e independencia, libertad de pensamiento y el derecho del individuo a determinar las disposiciones que controlan o deberían controlar al grupo del cual él es una parte. Estos son todos atributos y cualidades de libre albedrío pero no el principio divino de libre albedrío per se. De eso todavía conocemos poco. Sólo los discípulos e iniciados del mundo conocen el verdadero significado e implicancias de la libertad de elección y el correcto uso de la voluntad, y esto porque están motivados por el bien grupal y la necesidad de la mayoría.

La prueba a la cual había de ser sometida la humanidad, y es hoy el factor controlador, era si —dado el desarrollo y conocimiento mental— consagraría ese conocimiento y su realización científica y mental al bien grupal o a fines egoístas, a los asuntos materiales o a incentivos e impulsos espirituales. Este antiguo conflicto ha sido trasportado ahora a otro campo de expresión humana, el de la mente y —a medida que la raza ha progresado y las personalidades de seres humanos han alcanzado una etapa elevada de integración y logro— el conflicto ha devenido agudo, las cuestiones más claras y el alineamiento de los oponentes en dos grupos claramente definidos es ahora tan completo que la lucha final ha devenido posible.

Inteligente apreciación de la situación y una capacidad general para presentar a la mente las condiciones subyacentes ahora han sido logradas por la mayor parte de las personas inteligentes sobre el planeta y, aunque el punto de vista esté necesariamente coloreado por tradiciones nacionales, ideas y políticas heredadas así como también por control y sesgo medioambiental, la raza ha avanzado mucho hacia su emancipación final. Hay, por lo tanto, cierta medida de libre

albedrío desplegada y esto constituye un factor enteramente nuevo y un desarrollo muy satisfactorio. Pero les recordaría un punto muy importante y es que las masas del pueblo —las clases medias, la burguesía y el proletariado (uso estas palabras en su sentido general y simplemente debido a su significación y significado)— son todavía víctimas de autoridad, de control, y permanecen relativamente irreflexivas e infantiles. Esto significa que el verdadero conflicto es entre una pequeña minoría para la cual los asuntos son iluminadoramente claros y que definidamente se ha alineado con cualesquiera de las fuerzas en lucha. Un mero puñado de hombres, los descendientes directos o más bien las reencarnaciones de los líderes en el antiguo conflicto atlante, están ahora en la tierra, dirigiendo las fuerzas de luz o de oscuridad y trayendo a la existencia una alineación directa de millones de hombres cuya voluntad es la de sus líderes.

Las líneas de clivaje se han extendido constantemente hasta ahora que pueden ser expresadas en términos de una humanidad orientada hacia los valores superiores espirituales y altruistas y cuyas notas clave son sacrificio, bien grupal y comprensión mundial, y aquellos cuyo enfoque es predominantemente material y cuyos objetivos son egoístas, animados por ambición y el espíritu de adquisición.

La gravedad de esta situación y la amplia extensión del clivaje, fue lo que indujo a la Jerarquía observadora a permitir que una afluencia directa de la fuerza de Shamballa (a pesar de sus riesgos concomitantes) se derramara en el mundo. El objetivo era estimular el libre albedrío de las masas; el resultado sobre ellas ha sido relativamente bueno pues condujo a la formulación y expresión de las grandes ideologías mundiales —fascismo, democracia y comunismo además de esa peculiarmente distorsionada mezcla de fascismo y comunismo que actúa con el nombre de hitlerismo o nazismo. Todas estas ideologías son fomentadas por el deseo de las masas de mejorar la condición en la cual vive el pueblo en cualquier país, y ello se ha vuelto enfocado, expresivo y creativo por la fuerza de la influencia de Shamballa. Pero otro resultado de esta afluencia de la voluntad-al-poder ha sido estimular a cierto grupo de personalidades destacadas en muchos países, de manera que han asumido el control de las masas y en consecuencia pueden determinar las políticas y métodos —religiosos, políticos y sociales— de las diferentes naciones. En cada nación un relativamente pequeño grupo de personas decide todas las cuestiones importantes y determina todas las principales actividades nacionales. Esto lo hacen ya sea por la fuerza, el terror y el engaño, o por persuasión, buenas palabras y la aplicación de motivos ideológicos. De esta situación en el mundo los Señores del Destino están valiéndose para llevar el antiguo conflicto a su fin y así permitir que la humanidad ingrese en la nueva Era Acuariana relativamente libre y con una más clara comprensión de rectas metas humanas, rectas relaciones y futuro predestinado del hombre.

Extraído de: La Exteriorización de la Jerarquía, Alice A. Bailey – Septiembre de 1939


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