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Causas que se Presentan en el Cuerpo Mental

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Causas que se Presentan en el Cuerpo Mental

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Reseña:


 

Hoy, por el desarrollo mental de la raza aria, pueden surgir ciertas dificultades en el cuerpo físico. Su origen no es básicamente mental, se debe primordialmente al hecho de que el cuerpo mental es el trasmisor (cuando está activo y correctamente alineado) de la energía del alma, y esta energía, que afluye al cuerpo físico, puede producir sobrestímulo y dificultades vinculadas con el sistema nervioso. La energía trasmitida es la causante del malestar y no el factor que se origina en la mente misma. Elaboraré esto más adelante.

 

Actitudes Mentales Erróneas.

 

Quisiera ocuparme ante todo, de la premisa básica de que la enfermedad y los impedimentos físicos no son el resultado de pensar erróneamente; probablemente son el resultado de no pensar, o el fracaso en acatar esas leyes fundamentales que rigen la mente de Dios. Un interesante ejemplo de ello es que el hombre no sigue la básica Ley de Ritmo, que rige todos los procesos de la naturaleza, formando él parte de la naturaleza. Gran parte de las dolencias inherentes al uso y abuso del impulso sexual, podemos adjudicarlas al fracaso de actuar con la Ley de Periodicidad. El hombre no está regido por la manifestación cíclica del impulso sexual, y tampoco su vida es gobernada por un ritmo definido, excepto los ciclos por los que atraviesa la mujer, a los cuales se les presta muy poca atención. Sin embargo, el hombre no está regido por tales ciclos y ha roto también el ritmo al cual debe estar subordinado el cuerpo femenino y que —correctamente comprendido— determinaría el uso de la relación sexual, incluyendo naturalmente también el impulso masculino.

 

Esta omisión de vivir de acuerdo a la Ley de Periodicidad y de subordinar los apetitos al control cíclico es una de las principales causas de enfermedad; y como a estas leyes se les da forma en el plano mental, uno legítimamente podría decir que su infracción tiene una base mental. Esto podría ser así, si la raza trabajara mentalmente, pero no lo hace.

 

En el mundo moderno de hoy se está cometiendo una definida infracción a estas leyes mentales, particularmente la Ley de Ciclos que determina las mareas, controla eventos mundiales y debería condicionar también al individuo y establecer hábitos rítmicos de vida, uno de los mayores incentivos que predisponen a la buena salud.

 

Al quebrantar esta Ley de Ritmo, el hombre ha desorganizado las fuerzas que, correctamente usadas, tienden a llevar al cuerpo a una condición sana y saludable; también ha sentado las bases para esa debilidad general y tendencias orgánicas inherentes, que predisponen al hombre a la mala salud y permiten entrar en el sistema los gérmenes y bacterias que producen las formas externas de enfermedades malignas.

 

Cuando la humanidad recupere la comprensión del correcto uso del tiempo (que la Ley de Ritmo determina en el plano físico) y pueda determinar los ciclos apropiados para las diversas manifestaciones de la fuerza de vida en el plano físico, entonces aquello que antes fue un hábito instintivo devendrá la costumbre inteligente del futuro.

 

Esto constituirá una ciencia enteramente nueva, y el ritmo de los procesos naturales y establecer, como hábitos, los correctos ciclos de funcionamiento físico, ocasionarán una nueva era de salud y de condiciones físicas sanas para la raza entera.

 

Utilicé la palabra “establecer” pues a medida que el foco de tensión racial se traslade a la región de los valores superiores, el vehículo físico ganará enormemente, y buena salud —a través de recto vivir rítmico además de correcto pensar y contacto con el alma— devendrá permanentemente establecida.

 

Hay en consecuencia muy pocas dolencias heredadas por la carne que tengan base mental. Resulta extremadamente difícil establecer cuáles son. Hay dos razones para este fracaso estadístico:

 

  1. Que muy pocos, de la raza, relativamente hablando, están polarizados mentalmente y, por lo tanto, piensan.

 

  1. Que la gran mayoría de las enfermedades son etéricas o astrales.

 

Otro factor que produce esta dificultad es que los pensamientos y las reacciones emocionales del hombre se hallan tan estrechamente interrelacionadas que es difícil, en esta etapa de la evolución, separar sentimientos y pensamientos o decir que tal o cual enfermedad surge en el cuerpo astral o mental, o que ciertas enfermedades se deben a erróneos sentimientos y otras a erróneos pensamientos. Hablando en términos de toda la familia humana, el pensamiento realizado en el mundo de hoy, es realizado por los relativamente pocos. El resto está ocupado con el sentimiento, con la percepción sensual y con los muchos y diferentes aspectos del emocionalismo tales como la irritabilidad, preocupación, ansiedad aguda, aspiración hacia algún deseado fin o meta, depresión, más la dramática vida de los sentidos y de la conciencia “yo en el centro”.

 

Pocas personas viven en el mundo del pensamiento y menos todavía en el mundo de la realidad. Cuando lo hacen, el resultado es inevitablemente un mejor promedio de salud, porque hay mejor integración y por consiguiente un juego más libre de las fuerzas de la vida por todos los vehículos de expresión.

 

* * *

 

Aquí les recordaré las dos definiciones de las causas de enfermedad que di anteriormente. Permítanme llamar vuestra atención sobre ellas:

 

“Toda enfermedad es el resultado de la inhibición de la vida del alma. Esto es verdad para todas las formas en todos los reinos.”

 

“La enfermedad es el producto de tres influencias y está sujeta a ellas.

 

Primero, el pasado de un hombre, donde paga el precio del antiguo error.

 

Segundo, su herencia, donde comparte con todo el género humano esas contaminadas corrientes de energía las cuales son de origen grupal.

 

Tercero, él comparte con todas las formas naturales aquello que el Señor de Vida impone a Su cuerpo.

 

Esas tres influencias son denominadas la Antigua Ley de Compartición del Mal. Esto debe dar lugar algún día a esa nueva Ley del Antiguo Predominante Bien. Esta ley debe ser puesta en actividad por la voluntad espiritual del hombre.”

 

 

Extraído de: Un Tratado sobre los Siete Rayos – Tomo IV “Curación Esotérica”, Alice A. Bailey.

 

 


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